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Sumar y multiplicar. Por Raúl Caamaño Matamala, profesor Universidad Católica de Temuco

Sumar y multiplicar. Por Raúl Caamaño Matamala, profesor Universidad Católica de Temuco

Sumar y multiplicar. De sumar y multiplicar se trata esta vez, y la verdad, siempre. Y es que ni esta vez ni nunca, restar y dividir nos dará buen resultado.

En mi empeño profesional como docente, en medio de habituales ciclos de evaluación, y ante puntajes, promedios, porcentajes y notas, ya no solo bastan los dedos, las sumas con papel y lápiz, y cuando se trata de cursos que tienen cincuenta y muchos más inscritos, la labor de evaluar, calificar los desempeños estudiantiles, el trabajo entonces se complica bastante. ¿Qué hacer? Recurrir de años a esta parte a calculadoras. No siempre portamos una. Y a veces en nuestras oficinas, alguien, algún colega sí es propietario de una. Y ya termino. Salgo de mi oficina a conseguir en préstamo una, y les solicito en especial una que sume y multiplique. Pues eso quiero, sumar (añadir, agregar, aumentar) y multiplicar (duplicar, triplicar, amplificar) ¿qué?, lo sabido, lo aprendido, lo conocido, lo descubierto. Eso de restar puntos, solo en sueños, y ojalá no dividir (me acordé de Nicanor Parra). No hay nada mejor que un buen estímulo para el aprendizaje.
¿De qué se trata esto? De que sumar siempre nos dará mejor resultado que realizar algo solos, es claro se trata de un buen comienzo, pero si nos sumamos dos a la tarea, haciendo lo mismo o complementándonos, mejor nos habrá de ir; si somos tres, mil, quinientos mil, un millón, diecinueve millones y medio, lejos aún mejor. Los que habitamos Chile sumamos diecinueve millones cuatrocientos ochenta y cuatro mil. Y si todos pusiéramos empeño en empujar el carro del mismo lado, nos debiera ir bien, ¿no creen? ¿Cómo hacer, cómo hacerlo? Sumando acuerdos, poco a poco. Que cuesta, sí, pero hay que exponerse a ello. Somos diferentes, sí, pero hay que concordar en mínimos comunes denominadores. Oponer pareceres, saberes, conocimientos, valores, no para doblegar, sino para conseguir equilibrios, armonías, concordias. Como ya señalaba, lo mínimo ha de ser el compromiso de dos. Y así se comienza.

¿Se imaginan si concordáramos en los próximos días 14.959.956 electores (residentes en Chile) más 71.018 electores con residencia en el extranjero? Una utopía, un sueño más.

Aun así, no hay que restarse, menos, mucho menos ser parte de la división. ¿Utopía, sueño, otra vez? La verdad, la verdad es que modos de superación, de crecimiento, de desarrollo solo saben de sumas y multiplicaciones, ¿lo sabían?

Entonces, que nada los amilane, que nadie los arredre, que nada los abata, que nadie los doblegue, que nada los mengüe, que nadie les provoque desesperanza, que nada los turbe, que nadie los confunda, que nada los acobarde, que nadie los atemorice, que nada los desaliente, que nadie los intimida, que nada… , que nadie…
Sumar y multiplicar. Que lo dado, que lo conseguido, se mul-ti-pli-que como lo que nos provee la naturaleza. Si se trata de buena semilla, si se trata de buen propósito, todo, todo brotará, todo se obtendrá. Pues sino a la corta, a la larga ha de ser.

¡Hermanos todos, Fratelli tutti!, sumen, multipliquen, sumemos, multipliquemos. Comencemos el domingo, sino el lunes. ¡Quedan todos invitados!

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