La incorporación de las mujeres al trabajo formal en condiciones de igualdad de derechos y equidad, desde hace décadas, ha sido un desafío para las políticas laborales en casi todos los países y también para Chile. Lamentablemente, producto de la pandemia, el empleo femenino se vio aún más golpeado y las mujeres han enfrentado mayores limitaciones para mantenerse en el mercado laboral, debido a que muchas de ellas tuvieron que retirarse de la fuerza de trabajo para dedicarse al cuidado de los hijos y del hogar.
En tan solo unos meses la pandemia borró el avance de diez años en materia de empleabilidad femenina y estamos lejos de volver a niveles pre pandemia, por el contrario, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “el efecto desproporcionado de la crisis que recae sobre el empleo femenino se va a mantener en los próximos años”. Estos datos son preocupantes y nos demuestran que es urgente poner mayor atención para resolver esta problemática, así como impulsar estrategias que permitan reducir las barreras a las que se enfrenta una mujer al momento de incorporarse al trabajo formal.
Con el espíritu de contribuir a que avancemos hacia una real igualdad de género fue que hace algún tiempo se presentó el proyecto de ley #MiTiempoImporta”, que permite tanto a los trabajadores como a las trabajadoras, que tengan responsabilidades familiares, solicitar una modificación en su jornada laboral, teniendo mayores libertades para la devolución de permisos laborales y la modalidad de trabajo por hora. Felizmente conocimos esta semana que en la Comisión de Trabajo de la Cámara de diputados fue aprobado por unanimidad.
Conciliar mejor la vida personal con la laboral es una necesidad de muchas familias en nuestro país, por eso es fundamental contar con el tiempo suficiente para dedicarlo a la crianza de los hijos, al cuidado de algún familiar enfermo, o a otras actividades personales. Está demostrado que mientras mejora la salud mental y disminuye el estrés y la ansiedad, aumenta la productividad y eficiencia, entonces los empleadores deben avanzar hacia una mirada más flexible en relación a que comprendan que la vida familiar de sus colaboradores tiene directa relación con un mejor desempeño laboral.
Muchas veces son las mujeres quienes deciden desertar del mercado de trabajo, y es precisamente, porque las jornadas laborales son demasiado extensas y no son compatibles con la crianza de los hijos u otros roles de la vida personal. En este sentido, tenemos un desafío aún mayor, y es hacer que la maternidad/paternidad sea una responsabilidad de toda la sociedad y no solo de las mujeres, con esto me refiero a que el Estado y quienes estamos a cargo de hacer políticas públicas legislemos para proteger y fomentar la inserción femenina al trabajo.
