“La sociedad chilena ha cambiado en estos 213 años. Ha habido cambios demográficos, morales, económicos, industriales, entre tantos otros que nos diferencian entre el Chile de la época de la Independencia y el de nuestro país hoy. Sin embargo, hay costumbres y tradiciones que no se han perdido con el paso del tiempo, que reflejan la idiosincrasia de los chilenos, nuestro ADN, como lo es la celebración de las Fiestas Patrias”, cuenta Marisol Richter, curadora del Museo de Artes y directora del Magíster en Patrimonio y Gestión Cultural de la Universidad de los Andes.
En esta línea, la experta destaca cinco obras que reflejan el espíritu entorno a esta celebración a lo largo de la historia de Chile.
- Jura de la Independencia en la Plaza de Armas de Santiago, Pedro Subercaseaux (Museo Histórico Nacional).
https://www.surdoc.cl/registro/3-941
Esta obra en óleo de 1945 representa el momento en que se iza la bandera de Chile al haberse declarado la independencia de España, en 1810. En ella se aprecian los distintos miembros que conformaban la sociedad en esa época: militares, civiles y religiosos; quienes celebran alzando sus pañuelos y sombreros.
Según Richter, “la obra capta el inicio de la celebración de una fecha que hasta el día de hoy se conmemora, y que tras dos siglos se ha transformado en la época del año en que todos, de una u otra forma, celebran ser chilenos”.
- Jura de la bandera nacional, Cosme San Martín (Museo Histórico Nacional).
https://www.surdoc.cl/registro/3-939
En esta obra de a fines del siglo XIX se aprecia un conjunto de militares y eclesiásticos frente a la Catedral de Santiago, rindiéndole homenaje a la bandera chilena.
“Esta pintura ambientada en los comienzos de la República de Chile, representa una tradición que, si bien a lo largo de los años ha ido variando, ha mantenido hasta el día de hoy el sentido de rezar por el país. En la época actual, como chilenos celebramos el Te Deum Ecuménico, el que este año volverá a realizarse en la Catedral de Santiago tras cambiarse de locación en 2020 por la pandemia”, cuenta la experta.
- 18 de septiembre en el campo de Marte Santiago, Ernest Charton (Museo del Carmen de Maipú).
https://www.surdoc.cl/registro/97-58
Esta acuarela de 1845, creada por Ernest Charton, uno de los primeros extranjeros en retratar escenas típicas chilenas, muestra la celebración de una fiesta costumbrista en Santiago. En ella se observa cómo las diferentes clases sociales y personajes típicos de la sociedad chilena de esa época se unen bajo el mismo espíritu: celebrar las Fiestas Patrias.
“Aquí tenemos un ejemplo de cómo eran las antiguas fondas -fiestas en las que se celebraba con música, bailes y comida típica la Independencia de Chile-, tradición que se mantiene hasta el día hoy. Imperaban las banderas, adornos y ramadas, pero, sobre todo, se destacaba la unión de la comunidad. Eran un lugar de encuentro”, comenta la curadora del Museo de Artes de la UANDES.
- La Zamacueca, Manuel Antonio Caro (Museo Nacional de Bellas Artes).
https://www.artistasvisualeschilenos.cl/658/w3-article-40017.html
En este óleo de Manuel Antonio Caro, uno de los primeros alumnos de la Academia de Pintura de Chile, se aprecia una celebración, en la segunda mitad del siglo XIX, en la que personajes humildes, pero alegres, bailan la zamacueca: baile que se considera madre de la cueca que conocemos hoy en día.
Según Richter, “en esta escena podemos contemplar la alegría y el coqueteo, que representa hoy en día el baile nacional. Podemos observar el ambiente festivo que se da entorno es esta danza, mismo espíritu con el que se sigue bailando hoy en día, en especial cada 18 de septiembre”.
- La cueca, Violeta Parra (Museo Violeta Parra).
https://www.museovioletaparra.cl/violeta-parra/obras/arpilleras/
Esta arpillera bordada en 1962 por Violeta Parra representa al huaso y la china, cada uno con su traje típico, bailando la cueca.
“Esta imagen representa a dos personajes típicos de la zona central de Chile, que hasta hoy sigue siendo un símbolo vivo de las tradiciones, idiosincrasia y cultura del campo chileno. Esta obra refleja movimiento y coqueteo, que es lo primero que apreciamos al ver o bailar la cueca”, cuenta.
“Estas cinco obras son un viaje en el tiempo, un viaje a nuestros comienzos que valen la pena conocer, para entender las tradiciones que hoy en día seguimos viviendo tras más de 200 años, y así apreciar de dónde venimos y de qué manera todos los cambios que hemos vivido como sociedad aún nos mantienen unidos a este patrimonio”, finaliza la directora.