Cabrero es escenario de un proyecto pionero del investigador de la U. del Bío-Bío del Consorcio Ci2030, el que utiliza desechos industriales y domésticos para crear compost de alta calidad, impulsando la agricultura orgánica y reduciendo el impacto ambiental.
Transformar parte de los desechos domiciliarios en un insumo atractivo para la agricultura y, de paso, reducir la cantidad que va a parar a los vertederos a diario es el objetivo del proyecto de manejo integral que coordina el Dr. Ramón Ahumada, académico del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad del Biobío (UBB), perteneciente al Consorcio Ciencia 2030 (Ci2030).
La iniciativa comenzará en los próximos meses su proceso de prueba en la comuna de Cabrero, localidad agrícola e industrial de la región del Biobío a unos 50 kilómetros al sur de Chillán, con una población que supera los 30 mil habitantes, y posteriormente podría hacerse extensivo a una escala mayor. Actualmente los residuos domiciliarios se depositan en el relleno sanitario Laguna Verde en Los Ángeles, pero este debería alcanzar su capacidad máxima en 16 años según su Resolución de Calificación Ambiental (RCA) y no hay aprobados proyectos para rellenos sanitarios en la región.
En este escenario la propuesta de Ahumada, quien también es codirector del Laboratorio de Química Aplicada y Sustentable de la UBB, aparece como una alternativa para reducir las 14 mil toneladas de residuos orgánicos en promedio, que genera la comuna a diario y que debe transportar al depósito sanitario, generando gases de efecto invernadero.
El sistema no solo tiene elementos convencionales de manejo de residuos orgánicos, sino que además hace uso de residuos por la industria forestal, por lo cual favorece la economía circular. Se trata del polvo MDF que es un aserrín fino que se genera en la fabricación de tableros en la planta Masisa de Cabrero y que es un subproducto estructurante en el compostaje.
Un segundo valor agregado consiste en emplear hongos del género Trichoderma para enriquecer el compost, dando vida y generando un Biocompost que favorece el crecimiento, control biológico y resistencia enfermedades en plantas donde se puede utilizar el fertilizante, además de ser compatible con la agricultura orgánica.
Con la municipalidad de Cabrero ya tienen un terreno establecido de 2 hectáreas para implementación de la Cancha de Compostaje, Ahumada explica que actualmente están obteniendo los permisos ambientales y adecuando el terreno, con una explanada que permita la llegada de camiones con residuos orgánicos y leñosos.
Cuando llega la materia orgánica de las casas, esta se estructura con el aserrín MDF. La degradación ocurre por las bacterias termófilas llamadas _Bacillus thermus_ y Actinomicetos presentes en el material en descomposición.
Una retroexcavadora forma las pilas con una proporción de carbono/nitrógeno, en palabras simples material leñoso y residuos domiciliarios. Después pasa al tractor con una volteadora y la homogeneiza (mezcla) aumentando la temperatura sobre los 60 °C. Esta homogeneización entre la basura orgánica y el aserrín se llama pila de compostaje, cada una de las que alcanza de un metro de alto por un metro de ancho.
Y eso se deja reposar dos a tres meses según la época del año y al final del proceso le ponen los hongos _Trichoderma_ para fortificar el compostaje que posteriormente se ofrece a los agricultores locales. _Trichoderma_ es una familia de especies abundante en distintas partes del planeta con gran capacidad de adaptación e importante productor de compuestos que favorecen el crecimiento vegetal.
«Una de las gracias de proteger las plantas con hongos es que es compatible con la agricultura orgánica, es más sano y esto aumenta su valor comercial» comentó Ramón Ahumada.
La Dra. Leyla Cárdenas, directora del Consorcio Sur – Subantártico Ci2030, relevó la importancia de esta iniciativa y la implicancia que tiene potenciar acciones relacionadas a la economía circular. «La solución basada en ciencia y tecnología que aporta el Dr. Ahumada a una problemática territorial compleja sobre gestión de residuos y que impacta en el cambio climático, son las acciones que queremos destacar en el Consorcio Ci2030. El conocimiento científico de Ramón sobre el manejo de hongos permite desarrollar una solución que garantiza la seguridad alimentaria de las familias agricultoras y de la sociedad en general. Desde las seis universidades regionales de nuestro Consorcio tenemos el compromiso de contribuir en ser un puente para la colaboración con entidades públicas y privadas en el desarrollo de soluciones innovadoras que generen impactos positivos en los territorios y el país».
Educación ambiental
El manejo de los desechos orgánicos a nivel domiciliario necesariamente involucra una etapa de educación a la comunidad, admite el científico de la UBB y Ci2030. «Esto no es basura, es un insumo. Si tú tienes materia orgánica que queda después de un proceso de pelar los tomates, las papas, los zapallos, todo eso, es un subproducto que va a servir para hacer compost».
La única forma de poder llevarlo a un camión de forma limpia, es mediante una segregación en origen, advierte. Eso significa sin latas, papeles, cartones, baterías o envases plásticos. «Tienes que tener un camión especial, porque tú no puedes llevar un camión de una basura normal a buscar materia orgánica, porque se mezcla con los otros contenidos y eso significa que yo voy a tener que contratar a alguien adicional que va a tener que limpiar lo que llegue. Y eso es lo que no queremos».
Ramón Ahumada es químico marino de formación y sus primeros pasos en el área los dio con un proyecto para reutilizar los lodos de las salmoneras en agricultura con la ayuda de hongos, pero posteriormente llevó su concepto inicial al manejo de desechos orgánicos terrestres.