Cuando se habla del calentamiento global y la crisis climática que azota al planeta, suele pensarse en la responsabilidad que las políticas públicas o las grandes empresas tienen sobre eso, sin embargo, se deja de lado lo relevantes que son las acciones de las personas en su día a día. A eso justamente se refiere la huella de carbono personal, que son los gases contaminantes que emitimos en nuestras actividades cotidianas como trasladarnos, alimentarnos y hacer las compras, entre otras. Lo cierto es que, aunque parezca menor, su impacto es determinante pues se estima que cada individuo genera alrededor de cuatro toneladas de CO2 al año. Frente a eso, ¿qué podemos hacer para reducir el impacto negativo de nuestra rutina? Acá te dejamos cuatro buenas ideas para poner en práctica.
Recicla tus envases plásticos. Se trata de una medida prioritaria pues se proyecta que para el 2050 las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción, uso y eliminación de plásticos representarán el 15% del total permitido. Lo importante entonces es instalar este hábito y reconocer todos los productos de este material que pueden ser reciclados. Desde Integrity, empresa chilena referente en reciclaje y revalorización de este tipo de desechos, comentan que un envase de plástico PET se identifica por el símbolo de reciclaje con el número uno y puede encontrarse en botellas de bebidas, jugo, agua y también los envases de alimentos, entre muchos otros. En cuanto a las recomendaciones de reciclado, indican que es fundamental no mezclarlos con plásticos que tengan otra clasificación, pues eso podría generar que no sigan el proceso correcto en el marco de la economía circular.
Elige productos de aseo sustentables. Gran parte de los limpiadores que utilizamos en nuestras casas contienen sustancias químicas que no sólo perjudican nuestra salud, sino también los ecosistemas. Para combatir esa realidad han surgido alternativas que, además de ser biodegradables, evitan contaminar con los envases de los artículos. Es el caso de la start up chilena Nanolife, quienes gracias a la Nanotecnología han desarrollado una línea de productos para la limpieza y desinfección del hogar en formatos de recarga ultracompactos, más pequeños que la palma de la mano, listos para diluir en agua y con una preparación que toma 5 minutos. Así, no sólo garantizan un desempeño óptimo, sino que también reducen notoriamente la huella ambiental de la logística de la distribución. Dicho de otro modo, 650 kilos de limpiadores tradicionales equivalen a sólo 22 kilos de Nanorecargas, con las que reutilizar cualquier botella es posible.
Deja el automóvil: Sólo en Santiago los automóviles y buses emiten anualmente alrededor de 50.000 toneladas de contaminantes, siendo el 90% proveniente de autos particulares. Así, cambiar hacia formas de movilización más limpias y sustentables es una prioridad, siendo un buen camino para ello el uso de la bicicleta o su versión eléctrica para distancias más largas. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Leeds en UK, concluyó que, si la bicicleta eléctrica se utiliza para sustituir al auto, sólo en Inglaterra se podrían llegar a reducir las emisiones de CO2 hasta en 30 millones de toneladas al año.
Elimina los plásticos de un solo uso. Los chilenos generamos más de 23 mil toneladas de plásticos de un solo uso cada año y 63 toneladas de residuos de este tipo sólo en un día, lo cual nos sitúa como uno de los países con peores índices a nivel latinoamericano. Dejar los plásticos de lado puede volverse más fácil si se cuenta con sustitutos que mantengan su comodidad y versatilidad sin sus efectos negativos. Contribuir a ese cambio es el propósito de la start up chilena I Am Not Plastic, que cuenta con bolsas de basura, herméticas reutilizables, para desechos de mascotas, film adherente y bombillas, entre otros, que parecen plástico, pero son 100% compostables. Esto significa que se biodegradan en 6 meses y no en 500 años como el plástico tradicional.