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¿Qué depende de mí? ¿Qué depende de ti? Por Raúl Caamaño Matamala, profesor Universidad Católica de Temuco

¿Qué depende de mí? ¿Qué depende de ti? Por Raúl Caamaño Matamala, profesor Universidad Católica de Temuco

¿ ? Aquí, en estos casos es que uno más uno debe sumar uno, sí, ¡uno! No solo debemos atender el presente, debemos fijar nuestra atención en el futuro. Lo que hagamos hoy debe ser teniendo nuestra mirada en lontananza, poniendo nuestra atención en el devenir.

Y para ello, ¿qué ingredientes debemos allegar? Son muchos, nombremos algunos, moderación, comedimiento, prudencia, sobriedad, tino, sensatez, freno, entendimiento, temple, equilibrio, respeto, concordancia, juicio, cordura, parsimonia, sosiego, serenidad, conciliación, discernimiento, compostura, silencio, concordia, morigeración, encomio, discreción, circunspección, confianza, conocimiento y algunos otros no menos importantes, también.

¿Algunas de estas “bonituras” las hallaremos? Quizás, dispersas a lo mejor, pero reunirlas, sentarlas a la mesa, que concurran a diálogos, a conversaciones, con sentido de futuro, se aprecia difícil, pero no por ello se debe dejar de intentar; debemos intentarlo, sí, señor.

Es preciso pensar el futuro, ajeno a ciclos temporales de gobiernos locales, regionales o nacionales, incluso desatendiendo lo que ocurra en otros lados, el ciclo debe ser mayor, debe superar esas temporalidades. ¿Cuánto tiempo? ¿Cinco?, ¿diez?, ¿doce?, ¿quince?, ¿veinte?, ¿treinta años? El bienestar o el bien estar, como quieran entenderlo o tomarlo, debe tender a ciclos mayores que lo presente, el hoy, mañana, este año, o el próximo semestre, no debe ser cortoplacista y menos con cálculos egoístas.

Vuelvo al título de esta columna de opinión, ¿qué depende de mí?, ¿qué depende de ti? Me apresuro a responder. ¡Todo!

Debemos prodigar todo tipo de empeño en que lo que soñamos sea concreción, que sea realidad, más temprano que tarde. Lo que soñamos para nosotros mismos, es también porque lo soñamos para nuestro prójimo, así, todo redunda en buen efecto. Y si tú estás en el mismo empeño, todo redunda en buen resultado, en bien.

Comencé señalando que uno más uno debe sumar uno. ¡Claro! No todo ha de ser partición, en principio, todo ha de ser un bien común, no de uno y de otro, de dos, sino de ¡todos!

Ese es el principio de todo. Lo que sueñe, lo que ansíe, lo que quiera, no ha de ser privativo. Lo que aprendo, lo enseño. Depende de mí, también depende de ti. Si yo lo hago, tú lo haces, y así. ¡Así, sí! Todo redundaría en beneficio. Todo sería diferente. Todo sería mejor. No lo dudo. No lo duden.

Si no lo dudan, es que están convencidos, o más o menos convencidos. ¿Qué queda por hacer? ¡Ponerse en acción! A lo mejor, poniendo en acción el método Fonsi. ¿Cuál es ese? Pasito a pasito. No debemos atolondrarnos, no hacerlo a tontas y a locas. Aquí ponemos en acción otro método. ¿Cuál es este? El método Aylwin. ¿Cuál? En la medida de lo posible.

Y así. Ahora nos animamos con otro método. ¿Cuál, ahora? El método de la tía Yolanda. ¡Que nos vaiga bien, que nos vaiga bien, que nos vaiga bien!

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