A menudo, el mensaje parece alarmante y preocupante: “La IA nos reemplazará”, “millones de puestos de trabajo están en riesgo”, “la tecnología lo ocupará todo”. Sí, hay muchos titulares e información mediática que vaticina el fin de la labor humana en muchas industrias. Sin embargo, la intervención de las manos, la mente y la creatividad de las personas están lejos de ser reemplazadas.
En la logística, por ejemplo, el auge del comercio electrónico y el incremento exponencial de los pedidos han transformado la forma en la que se abordan las tareas en la industria. Aquellas que antes requerían gran esfuerzo físico, eran repetitivas o consumían mucho tiempo de personas, ahora son gestionadas por sistemas avanzados. Pero, ¿qué valor tendrían estas tecnologías sin la supervisión e instrucción humana que aseguren su correcto funcionamiento y la ausencia de errores?
La respuesta no es compleja: serían un cúmulo de gestiones deficientes, cargadas de falencias e incluso con datos inexactos que generarían una pérdida importante de valor, credibilidad y prestigio de las empresas. Los avances tecnológicos fueron creados para facilitar, empoderar y colaborar con los trabajadores de hoy.
Pero esta realidad no es solo una expresión. ¿Le han preguntado, por ejemplo, a la inteligencia artificial (IA) el aporte de las tecnologías para la vida de las personas?
“Me gustaría que me usaran para expandir lo que ya tienen dentro —sus ideas, su creatividad, su conocimiento— no para reemplazarlos, porque sin ustedes, yo solo soy un montón de palabras y datos sin sentido. Ustedes son los que me dan propósito”. Sí, esa es alguna de sus respuestas.
La tecnología como un habilitador de oportunidades
Según el Foro Económico Mundial nos enfrentamos a un futuro laboral desafiante: la transformación tecnológica, la fragmentación geoeconómica, la incertidumbre económica, los cambios demográficos y la transición verde -individualmente y en combinación- son los principales impulsores que se espera que den forma e innoven el mercado laboral mundial para 2030.
Particularmente, en la logística se están creando puestos de trabajo que antes no existían. Hoy vemos dentro de las bodegas operadores que han desarrollado habilidades digitales y que pueden gestionar órdenes más precisas, sin errores y ágiles gracias a programas tipo WES (Warehouse execution system) o con robots autónomos.
Es importante abandonar el discurso pesimista. Vivimos un momento histórico en materia de innovación, que está impulsando la reconversión de roles y la especialización de las personas dentro de las organizaciones. Un cambio dirigido a mejorar la experiencia de los colaboradores.
Interacción humana y digital para alcanzar una gran experiencia de usuario
No podemos olvidar el foco. En el sector logístico, ligado a la industria del retail, la satisfacción y fidelidad de los consumidores es la prioridad. Y es que la realidad es innegable: no hay forma exclusivamente humana que dé respuesta a la alta escala de pedidos y exigencias que existe hoy.
Al momento de tomar la decisión de compra, las personas consideran que el tiempo de entrega sea ágil. Ya no estamos hablando de días, sino de horas e incluso minutos, exigencias estimuladas por nuevos hábitos y demandas de consumo que impulsó el e-commerce en Chile, donde el 25% de las compras que se realizan en el país son mediante el comercio electrónico, según un estudio de PCMI.
Asimismo, de acuerdo con el Comité de Comercio Electrónico (CCE), en lo que va de año igualan los niveles prepadémicos más altos y triplican los totales registrados a finales de la última década.
La creciente interconexión global, facilitada por la tecnología, ha intensificado la competencia en el mercado. Hoy en día, los envíos internacionales pueden llegar a Chile en tan solo dos días o una semana. En este escenario, se hace imperativo que las empresas inviertan en herramientas tecnológicas para poder satisfacer de manera efectiva y eficiente la elevada demanda y afrontar así esta competencia.
Tal como ha sucedido a lo largo de la evolución humana, es crucial no solo adaptarse al entorno digital para subsistir, sino también desarrollar resiliencia para conservar la relevancia y competitividad. De no lograrlo, el riesgo de que los puestos de trabajo desaparezcan es inminente, lo que llevaría a una significativa pérdida de empleos.
No hay tecnología mala ni el reemplazo absoluto de la humanidad. Lo que hay es una retórica basada en el fatalismo. La realidad es que hay que aprovechar la oportunidad de capacitar y especializar a la fuerza laboral, integrando las herramientas necesarias y habilitando cargos que son el hoy y el futuro del mundo industrial.