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Neumoconiosis: el polvo que no vemos y el daño que sí sentimos. Por Dr. Fernando Peñafiel Castillo, miembro de la Sociedad Chilena de Medicina del Trabajo (SOCHMET)

La neumoconiosis es una enfermedad respiratoria que persiste silenciosamente en Chile, a pesar de ser completamente prevenible. Se produce por la inhalación prolongada de polvos minerales inorgánicos —como sílice cristalina o asbesto— cuyas partículas más pequeñas, de entre 1 y 5 micras, llegan hasta los bronquiolos y alvéolos, generando una reacción inflamatoria que, con el tiempo, deja cicatrices en el tejido pulmonar. El resultado es un pulmón rígido, con menor capacidad de oxigenar la sangre y un daño irreversible.

Aunque suele asociarse a la minería, hoy los riesgos abarcan múltiples rubros: construcción, canteras, marmolerías, fábricas de cerámicas y laboratorios dentales. La llamada “piedra artificial”, utilizada para fabricar cubiertas de cocina con alto contenido de sílice, ha provocado brotes de silicosis acelerada en trabajadores jóvenes en España, Australia e Inglaterra. Cortar o pulir en seco sin ventilación ni agua multiplica la exposición.

El contexto laboral agrava el problema. Alrededor del 26% de los ocupados en Chile trabaja de forma informal, sin cobertura del seguro de la Ley 16.744. Esto significa que millones de personas quedan fuera de la vigilancia médica y ambiental, sin mediciones de polvo, sin capacitaciones ni protección respiratoria adecuada. La informalidad y la subcontratación fragmentan la prevención y debilitan la fiscalización, dejando a los trabajadores más expuestos y menos protegidos.

Los síntomas iniciales suelen pasar inadvertidos: tos crónica, falta de aire al esfuerzo y fatiga. En etapas avanzadas, aparecen hipoxemia, hipertensión pulmonar y necesidad de oxígeno. La silicosis aumenta el riesgo de tuberculosis, EPOC y cáncer de pulmón; el asbesto, en tanto, se asocia al mesotelioma pleural maligno. La enfermedad puede manifestarse décadas después de la exposición, lo que dificulta su diagnóstico y genera subregistro.

La prevención efectiva sigue un principio universal: eliminar o controlar el polvo en la fuente. Los métodos húmedos, la ventilación local y la extracción en la herramienta son medidas de primera línea. El uso de mascarillas con filtro P100 o FFP3 es una barrera complementaria, pero no sustituye las medidas de ingeniería o administrativas.

El costo de la neumoconiosis va más allá de la salud individual. Genera largos períodos de incapacidad laboral, pérdida de ingresos, pensiones de invalidez y un impacto social que también asume el sistema de salud común. En Chile, el ISP (Centro Colaborador OPS/OMS en salud ocupacional) está reimpulsando el Plan Nacional de Erradicación de la Silicosis (PLANESI), cuya meta-país es eliminarla como enfermedad profesional al 2030. Aunque lograrlo será difícil, fortalecer herramientas de calidad como el PEECASI—que estandariza la toma y lectura OIT de Rx de tórax y evalúa periódicamente a los centros—acerca el sistema a diagnósticos oportunos. Este impulso cuenta con el respaldo de mesas de trabajo Tripartita y redes de expertos, como el Observatorio Internacional de Neumoconiosis.

La neumoconiosis no es cosa del pasado ni solo de grandes minas. También está en el taller chico o en la obra de barrio. Respirar es vida, prevenir la exposición es la única forma de erradicar la enfermedad. La neumoconiosis no es un vestigio del pasado minero, sino una amenaza vigente en todo el país. Controlar el polvo es proteger el aire que se respira en el trabajo: una condición esencial para la salud y la dignidad laboral.

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