A días de las elecciones presidenciales, el académico y director de la Escuela de Gobierno del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello (IPP UNAB), Álvaro Bellolio, analiza los principales desafíos que enfrentará quien asuma La Moneda, especialmente en materia de seguridad, gestión pública y control migratorio.
Con el voto ciudadano a la vuelta de la esquina, la seguridad se ha instalado como el eje central de las campañas. Las promesas de “mano firme” y “orden” se multiplican en los debates y franja electoral, pero detrás del discurso emerge una pregunta más compleja: ¿con qué Estado se encontrarán los nuevos gobernantes al intentar implementar esas medidas?
Para Álvaro Bellolio, director de la Escuela de Gobierno del IPP UNAB, la respuesta es clara: “Con un Estado sobrecargado, burocratizado y con baja capacidad de ejecución real. Tenemos policías sobrecontroladas, fiscalías saturadas, tribunales lentos y cárceles colapsadas”.
El académico explica que el principal obstáculo no está en la falta de leyes o de recursos, sino en la falta de gestión y liderazgo. “Cualquier gobierno que quiera resultados deberá reconstruir capacidades básicas de coordinación, fijar metas medibles y exigir resultados a cada institución”, advierte. Por eso, subraya la importancia de que el nuevo Ejecutivo cuente con mayoría parlamentaria, para complementar las medidas administrativas con reformas legislativas de largo plazo, particularmente en torno al uso de la fuerza y las facultades policiales.
Más eficacia, no más Estado
En medio del consenso político sobre “fortalecer el poder del Estado”, Bellolio llama a precisar qué significa ese fortalecimiento: “Es correcto fortalecer el poder del Estado, pero no su tamaño, sino su eficacia. Hoy el Estado tiene muchas atribuciones, pero las ejerce mal. Se requiere coordinación, inteligencia criminal unificada y capacidad de ejecución territorial”, sostiene.
El especialista agrega que aumentar atribuciones sin control ni evaluación “solo multiplica la ineficiencia” y recuerda ejemplos recientes: “Es cosa de recordar el uso de la Ley de Inteligencia por parte del exsubsecretario Monsalve, que la utilizó para perseguir a su presunta víctima de violación”, afirma.
Autoridad con control
En tiempos donde la ciudadanía exige respuestas rápidas, el riesgo de abusos de autoridad o de políticas de “mano dura” mal diseñadas se vuelve latente. Según Bellolio, la clave está en mantener el equilibrio entre autoridad y control. “No hay que temerle a la fuerza legítima, hay que temerle al descontrol. Las democracias sólidas aplican la ley con firmeza, pero con supervisión civil y transparencia”, señala.
A su juicio, en Chile el mayor peligro no es solo el exceso de fuerza, sino la inacción ante el delito. “Y es fundamental —añade— que quienes mal utilizan las medidas, asuman responsabilidades políticas, administrativas y penales cuando ocurra”.
El dilema penitenciario: entre seguridad y reinserción
Sobre la modernización del sistema penitenciario, el académico plantea que sí es posible equilibrar seguridad y reinserción, “si se deja atrás el idealismo y se gestiona con realismo”.
“Chile necesita más cárceles, mejor gestionadas y más seguras, pero también trabajo y formación dentro de ellas. La reinserción no se logra con discursos, sino con gobernabilidad interna, disciplina y productividad penitenciaria”, enfatiza.
Bellolio destaca que países como República Dominicana o Brasil han demostrado que se puede invertir en infraestructura y rehabilitación simultáneamente. Agrega que Chile debe avanzar en convenios para que los extranjeros cumplan sus condenas en sus países de origen, descomprimiendo así el sistema nacional.
Prevención territorial: el Estado donde hoy no está
Respecto a la prevención del delito, el académico llama a abandonar la lógica simbólica: “Prevención no es repartir folletos o discursos grandilocuentes, es presencia del Estado donde hoy manda la delincuencia. Escuelas abiertas, iluminación, deporte, empleo joven y policías visibles”.
A su juicio, “la política social más eficaz es la ocupación del territorio y la recuperación del espacio público. No basta con ‘más programas’ o excusas ministeriales; se necesita gestión local, continuidad y evaluación”.
Migración: menos discurso, más aplicación
Finalmente, Bellolio aborda el debate migratorio, otro eje clave de las campañas. “En migración, el discurso importa tanto como la práctica. Muchos candidatos hablan de control fronterizo, pero Chile no necesita más leyes, sino aplicarlas bien”, dice.
Durante la actual administración —agrega—, las expulsiones disminuyeron y los ingresos clandestinos se duplicaron. Revertir esa tendencia, explica, requiere un sistema que combine control, información e interoperabilidad: “No se trata de criminalizar al migrante, sino de garantizar que quien entra lo haga de forma responsable y legal, protegiendo tanto la seguridad como la integración. Y quien entra ilegalmente, debe ser devuelto, sin privilegios sobre quienes sí cumplen la ley”.
A dos días de las elecciones, el diagnóstico es claro: quien asuma el poder no solo deberá enfrentar la delincuencia, sino también reconstruir la capacidad del Estado para hacer cumplir la ley. “El problema no es de leyes, sino de gestión”, resume Bellolio. Y esa será, probablemente, la primera gran prueba del próximo gobierno.