Han pasado 4 años y 7 meses desde el anuncio del municipio de Valparaíso para la creación de dos baños públicos nuevos en la ciudad puerto. Un mensaje realizado por la actual administración del alcalde Jorge Sharp, y que aún sigue sólo en eso… un anuncio.
El pasado 26 de junio de 2018, fue la última vez que se habló de la implementación de los urinarios públicos en la ciudad. Esto, para quitar el concepto de «baño público que tienen las calles del plan, en donde el olor a urea y deposiciones humanas y de animales ensombrece a la Joya del Pacífico y la transforma en un lugar sucio, mal oliente, descuidado y en decadencia.
El diario La Estrella de Valparaíso recuerda dicho anuncio y también las multas para quienes ocuparan las calles portelas para hacer sus necesidades.
Con el paso del verano, además de la escasa fiscalización municipal por el centro de la ciudad en los llamados “puntos críticos”, un limitado aseo callejero, y la masiva presencia de comercio ambulante que utiliza calles, plazas, bancas y paraderos como punto de venta, y baños personales, la ciudad experimenta un aseo urbano precario y con un mal olor permanente en cada esquina, en cada escalera, en cada árbol, en cada ángulo utilizado como urinario o wc.
Así lo señalan distintos vecinos, trabajadores, turistas y transeúntes que ven cómo gran parte de la población no tiene pudor alguno en orinar las paredes de las calles, de sus casas y locales comerciales, a cualquier hora del día y en cualquier lugar.
Puntos críticos: Nudo Barón, calles 12 de Febrero, Victoria, Chacabuco, Yungay, Victoria, Pedro Montt, Errázuriz, Prat, Condell, Avenida Brasil, Subida Concepción (Escalera de El Mercurio), Parque Italia, y el Barrio Puerto entre otros.
Martina, vecina del cerro Placeres, que fue testigo cómo una señora que vendía pan amasado, iba “al baño” en la pared de la Estación Barón. Allí, se bajó los pantalones sin pudor alguno, a las 15;45 horas de un día soleado, hizo sus necesidades y luego siguí vendiendo pan en el sector. “No es tan fácil ir a un baño, con mis amigas preferimos pagar en un restaurant $500 pesos… los baños más antihigiénicos son los de la Plaza Victoria”, sostuvo, agregando que “no creo que esté bien que los restaurantes te cobren, pero entiendo que lo hagan porque no has consumido nada en él”. señaló.
Para Carlos Betancur, colombiano de 64 años, trabajador del frecuentado kiosko del Muelle Barón, «da tristeza, acá el porteño no tiene sentido de pertenencia por la Joya del Pacífico, yo he visto cómo la gente se va a Viña del Mar con sus familias enteras porque acá tienen miedo de los atraquen, si no andan acompañados». Además destacó que “los baños públicos debiesen funcionar hasta la misma hora del Metro, en Manizales (Colombia) hay un cartel que dice: ‘Una ciudad más limpia no es la que más se asea, sino la que se ensucia menos’ y aquel que sea sorprendido haciendo sus necesidades en la calle, lo detienen por 72 horas de pena represiva”, apuntó.
Pero no todo es culpa de los porteños, han pasado casi cinco años desde que el municipio dispuso de $50 millones de pesos para la instalación de baños públicos en los espacios del Nudo Barón, Bellavista, y que además, no descartaban otro módulo más para la zona de Plaza Sotomayor, pero a la fecha no hay construcción alguna y la situación se torna cada vez más crítica, desagradable, insalubre e irrespirable.
En la calle 12 de Febrero, frente al Congreso Nacional y cerca de la PUCV, Alejandro Ibáñez es un trabajador de parquímetros que ha vivido en Argentina, que menciona “acá falta preocupación, en Buenos Aires estuvo el problema con los perros. El gobierno hizo propaganda, empezó a entregar una bolsa gratuita para que la gente recogiera las fecas de sus animales. Con eso, hoy en día si te pillan dejando el excremento de tu perro en la calle te multan”, señaló, agregando que “los baños públicos deberían ser gratuitos para los indigentes, el baño del terminal Rodoviario cuesta $500 pesos, eso es mucha plata, hay gente que trabaja en la calle y no puede pagar a cada rato esa suma”. Además, describió que ha visto «a gente detener el vehículo, botar basura al piso, pagar el parquímetro e irse de lo más bien”.
“Esta calle hasta Yungay está limpia, pero no por la municipalidad, está limpia porque desde la Universidad Católica riegan las paredes todos los días, pero si subes desde Chacabuco hasta Pedro Montt, te darás cuenta que las cortinas de los locales llegan a estar oxidadas con el meado de la gente”, concluyó, Alejandro Ibáñez.
En la Subida Concepción, la escalera ubicada a un costado del incendiado edificio del diario El Mercurio de Valparaíso, es un claro ejemplo del uso de los espacios públicos como baño.
César Tapia es un estudiante de ingeniería civil y vecino del pasaje Álvarez, lugar que se encuentra justo a un costado de la “escalera del meado” cómo es conocida la Subida Concepción, vía que cuenta una de las historias más tradicionales de la comuna: la de la Cueva del Chivato. Este joven oriundo de Vallenar, lleva nueve años viviendo en la región y tres años en el pasaje, y recuerda con mucho pesar que “la gente sube por la escalera y mea, ‘caga’, raya y hace de todo; la municipalidad viene una vez a la semana a limpiar, pero no basta. Como vecinos hemos pensado que sino estuviera el kiosko en la entrada, se reducirían los meados. El Mercurio nunca influyó en que la gente deje de defecar en la subida. Por lo demás, la gente de Valparaíso debería decirle al afuerino que no lo haga, creo que los baños públicos deberían cerrar más tarde, más en verano, en Argentina los locales te prestan el baño gratis, pero acá es normal que el chileno te cobre por usar el servicio”, cerró César.
Hoy en día, con temperaturas que superan los 20° en la costa, con un aumento de la población extranjera en la comuna, con el incremento del comercio ambulante, los rayados, grafitis y con una lucha constante para cambiar o “pintar” la cara de la ciudad, se requieren de soluciones prácticas, sociales que vayan en ayuda de Valparaíso y de su comunidad.
Años atrás un vecino fue multado por colocar un sistema de aspersión para lavar el frontis de su casa, que era permanentemente utilizado como baño, motel, bar y basurero por parte de quienes llegan hasta el sector de la subida Ecuador en Valparaíso. Una propuesta ingeniosa, que tenía riesgos para los transeúntes, pero que buscaba erradicar el mal olor que invadía su casa todo el día.
En el barrio puerto fueron instalados urinarios en los pasajes que van desde calle Serrano hasta Errázuriz, sin embargo, las multas municipales no tardaron en llegar y quienes buscaban una solución a un problema que aún persisten, desistieron tras pagar las infracciones.
Lo cierto es que la ciudad puerto, tanto en su zona de patrimonio de la humanidad, como en el resto de la ciudad carece de baños públicos, limpios, de fácil acceso, con instalaciones para personas con problemas de movilidad, que permitan a las personas hacer sus necesidades de forma segura e higénica en distintos puntos de la comuna.
Los baños ubicados en la pérgola cercana a la Plaza Aníbal Pinto y en la Plaza Victoria no son suficientes, tampoco son cómodos, modernos, ventilados, ni habilitados para personas con discapacidad, se requeren instalaciones de esta naturaleza en la Plaza Echaurren, Muelle Prat, Estación Barón, Avenida Argentina, Parque Italia, Plaza Victoria, Plaza O’Higgins, Hospital Carlos van Buren, consultorios, Avenida Altamirano, Torpederas y Caleta Portales, sólo por nombrar algunos.
Crédito: Maximiliamo Campos
