Hablar de educación matemática es, sin lugar a duda, un tema crítico, necesario y urgente que exige reflexionar sobre grandes desafíos, donde profesores y el sistema escolar en su conjunto deben enfrentarlo para dar respuesta a nuevas exigencias en la formación y preparación de futuros ciudadanos del siglo XXI.
La promoción de habilidades como el modelamiento, argumentación en el aula matemática, resolución de problemas, entre otras acciones, se han convertido en un objetivo difícil de alcanzar, que requiere de cambios profundos, reales y no solo retóricos en la mirada paradigmática sobre la educación y en los conocimientos para la enseñanza que a esta disciplina se refiere.
Diversas investigaciones continúan dando cuenta que el énfasis en la enseñanza de la matemática sigue ligado a miradas reproductoras, donde existe muy poco espacio para la construcción colaborativa de ideas, incorporación significativa de tecnologías o diversificación de estrategias didácticas que permitan construir aprendizaje contextualizados y provistos de un lenguaje matemático formal.
Por otra parte, tenemos antecedentes contextuales como la última medición Simce que indica una baja significativa en los logros alcanzados por los estudiantes en esta disciplina, ratificando nuevamente diferencias profundas en cobertura, habilidades previas no alcanzadas, aumento en la brecha digital, por ejemplo, que configuran nuevos desafíos pospandemia. A esto, también sumamos el surgimiento de la necesidad de incorporar el desarrollo de habilidades para el pensamiento computacional en la resolución de problemas, situación institucionalizada, pero que al parecer no se aborda de manera significativa.
En este sentido, el desarrollo de procesos reflexivos sobre diseños y prácticas de enseñanza son fundamentales para asegurar la idoneidad de muchas de las acciones que se impulsan en la promoción de aprendizajes. Asimismo, es clave diseñar la enseñanza para la universalidad, en la diversidad e inclusión, para que todos los estudiantes sean parte activa del proceso.
Promover distintas situaciones comunicativas dentro del aula permitirán a todos sentirse parte del aprender, a través de la negociación de significados y de la construcción de soluciones para diversos problemas de la vida real, siendo importante la incorporación de las nuevas tecnologías como un medio clave y no como un fin en sí mismo, entre otras acciones.
Resulta esencial que el sistema escolar comience definitivamente y de manera real a posicionar a los estudiantes en el centro del proceso, como actores fundamentales, con conocimientos y experiencias, donde los diseños didácticos sean el medio para lograr esos aprendizajes desde una mirada crítica, necesarios para el nuevo mundo.