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Tiempos para pensar en grande: el llamado del Cardenal Chomali en el Te Deum 2025

El llamado tiene alcance nacional e incluye diplomados en Ley REP, diseño circular, gestión hídrica y auditores de gases de efecto invernadero.

Como ya es tradicional, la Catedral Metropolitana de Santiago recibió a las más altas autoridades religiosas y civiles para celebrar los 215 años de la Primera Junta Nacional de Gobierno.

El Arzobispo de Santiago, Cardenal Fernando Chomali Garib, presidió este jueves 18 de septiembre la solemne celebración del Te Deum Ecuménico en la Catedral Metropolitana, instancia de oración y gratitud por el país. El Presidente de la República, Gabriel Boric Font, encabezó la delegación oficial, en la que también participaron el Presidente del Senado, Manuel José Ossandón, el Presidente de la Cámara de Diputadas y Diputados, José Miguel Castro, y el Presidente de la Corte Suprema, Ricardo Blanco Herrera, junto a ministros de Estado, parlamentarios, representantes del cuerpo diplomático, comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, altos mandos de Carabineros y de la PDI, entre otros.

Tras el canto a lo divino se dio inicio a la ceremonia ecuménica donde estuvieron presentes miembros de diversas iglesias, quienes tuvieron una activa participación en el desarrollo del Te Deum, que este año además contó con la presencia de niños y jóvenes quienes portaban flores y banderas como ofrenda, y de María Cristina Uribe, profesora que recitó “La voz del Calvario”, de la Nobel Gabriela Mistral. Todo, acompañado de músicos y del Coro del Arzobispado de Santiago.

El alma de Chile

En su homilía, el Cardenal Fernando Chomali inició su llamado destacando la relevancia de la educación como fundamento para el futuro de Chile. “La ignorancia es la causante de gran parte de los males que nos aquejan como sociedad, como la ausencia de diálogo, la violencia, el desprecio por la vida, la cultura de la cancelación, la corrupción y la frivolidad”.

Frente a las amenazas e incertidumbre que atraviesa el mundo, el Cardenal destacó que el alma de Chile tiene pilares que son fundamentales para superar la adversidad: la familia, la fe, la democracia y la solidaridad. En relación con la familia, el arzobispo de Santiago señaló que “el peor servicio que se le puede hacer a Chile es desincentivar el matrimonio y la natalidad, o conculcar a un niño el derecho que tiene a ser concebido, gestado y criado por sus padres. Nunca olvidemos que la infancia cimenta la casa donde habitaremos toda nuestra vida. Procurar una infancia libre de temores y con experiencias de amor sincero, es la mejor política pública para estos tiempos”. Además, hizo un llamado a hacer los mayores esfuerzos para superar las duras cifras que hoy reflejan la pobreza y abandono de los niños en Chile.

Sobre la fe, destacó la activa participación de los fieles en las tradicionales fiestas religiosas: “La piedad popular es también un espacio de cohesión social extraordinario y de verdadera amistad cívica. Un buen cristiano siempre es un buen ciudadano”. Agregó además que “Chile es un país laico, lo sabemos, pero ello no significa que los creyentes tengamos que guardar silencio cuando vemos amenazados los fundamentos de la democracia y del Estado de derecho, sobre todo cuando se pretende aprobar leyes claramente injustas como el aborto y la eutanasia, porque atentan contra quienes el Estado debiese cuidar y proteger celosamente, los más débiles”.

“El pueblo de Chile ama la democracia, reconoce su valor y sabe el costo que se paga cuando se pierde. Ello exige agradecer, pero al mismo tiempo, estar atentos a las corrientes que minimicen su valor”, afirmó con relación a este pilar. Finalmente, valoró el espíritu solidario de los chilenos, especialmente frente a circunstancias dramáticas y adversas.

Pensar en grande

Citando al Papa León XIV, el cardenal hizo un llamado a “pensar en grande”, principalmente a través de 3 desafíos para el país: un proyecto común que permita trabajar para superar la pobreza tanto material, como intelectual y espiritual; recuperar la dimensión ética de la vida personal, evitando situaciones que dañen la fe pública; finalmente, como un último desafío propuso promover el valor de lo comunitario: “Si juntos logramos promover un proyecto común, una ética personal sana y el reconocimiento del valor de lo comunitario, podremos lograr un mayor sentido de pertenencia al país que amamos y doblarle la mano a la desafección”.

Al finalizar su mensaje, el Cardenal insistió en que Chile debe mirar hacia adelante con esperanza y unidad. “No es tiempo de divisiones estériles, de polarizaciones, de cálculos mezquinos, sino de unidad en lo esencial: la defensa de la dignidad de cada persona, la búsqueda del bien común, la recuperación de la confianza y de la esperanza”.

“Por eso, en vísperas de estas elecciones, la Iglesia exhorta a todos quienes ejercen algún cargo de representación o aspiran a tenerlo, a hacer de su actuación una clase magistral de civilidad y respeto. No se trata solo de ganar votos, sino de recuperar la confianza de los chilenos y demostrar que la política es una actividad noble, necesaria y fundamental, cuyo fin último es el bien común, el más alto bien al que podemos aspirar (…) no están los tiempos para otra cosa que no sea el amor, la cooperación y la generosidad”, finalizó.

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