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Matemáticas en movimiento: cuando los números dialogan con el cuerpo

El llamado tiene alcance nacional e incluye diplomados en Ley REP, diseño circular, gestión hídrica y auditores de gases de efecto invernadero.

Conferencia realizada en el IMUV exploró la relación entre matemáticas, deporte y artes circenses, mostrando cómo el cruce de estas disciplinas permite comprender de manera más profunda el aprendizaje y la creatividad.

En el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Valparaíso (IMUV) se desarrolló la conferencia “Corporeidad en el malabar: superando el dualismo mente y cuerpo”, dictada por el doctor Francisco Oviedo Silva, profesor de Educación Física y PhD en Creatividad, Innovación y Sustentabilidad Social (PUC y UST), en el marco del proyecto Fondart “Interdisciplina entre Matemática, Educación Física y Arte: las matemáticas del malabarismo”, que lleva a cabo junto a Lianggi Espinoza, doctor en Matemática Educativa y académico del IMUV, y Álvaro Palominos, malabarista y profesor de circo.

La iniciativa propone un cruce inédito en Chile entre disciplinas tradicionalmente distantes —como la educación física, el arte circense y la matemática— para generar un conocimiento común que impacte en la enseñanza escolar y en la formación de futuros profesores.

Abrir nuevos caminos

Según afirmó el doctor Lianggi Espinoza, la iniciativa busca abrir nuevos caminos en la enseñanza de la matemática a partir de un enfoque interdisciplinario e integral. “Con el Fondart ‘Las matemáticas del malabarismo’ estamos desarrollando un proceso de investigación que dará origen a un libro. La idea es explorar cómo la matemática se relaciona con disciplinas que habitualmente no se consideran cercanas, como la educación física y el arte circense, ámbitos ligados al cuerpo y la corporalidad”, señaló.

Para el académico del IMUV, esta propuesta representa un desafío inédito en el área. “Generalmente la matemática se cruza con la ingeniería o con las ciencias exactas, pero vincularla con la educación física implica salir de lo estrictamente cognitivo y abrirnos a otras dimensiones. En esa interacción hemos descubierto vínculos y puentes muy interesantes que nos permiten repensar la enseñanza desde otra perspectiva”, destacó.

Respecto a la conferencia dictada por el investigador Francisco Oviedo, Espinoza valoró la posibilidad de superar la clásica división entre mente y cuerpo: “Solemos entender que la matemática está asociada únicamente al pensamiento abstracto y que disciplinas como la educación física se relacionan solo con el movimiento. La propuesta es trabajar desde un paradigma distinto, donde mente y cuerpo se integran tanto en la actividad matemática como en la práctica motriz. Eso abre un horizonte nuevo para la enseñanza”.

El académico subrayó, además, el impacto de estas ideas en la formación docente. “Para nuestros estudiantes es muy enriquecedor acercarse a estas investigaciones en curso. No solo leen artículos ya terminados, sino que discuten procesos actuales que tienen consecuencias prácticas en la didáctica. Eso les permite proyectar una enseñanza más efectiva, que no se reduzca a la memoria ni genere frustración, sino que incorpore la emoción, los afectos y la dimensión humana del aprendizaje”.

Matemáticas que cobran vida

En esa línea, el doctor Francisco Oviedo, especialista en didáctica y motricidad humana, explicó que la matemática puede cobrar vida en la acción misma del malabarismo.

“La matemática en los malabares debe encarnarse en quien realiza esa acción. ¿Qué significa? Que existe una carga de sentido en cada lanzamiento: tiene un número, una trayectoria y una secuencia que permiten construir figuras o patrones. Si el estudiante toma conciencia de ello, ese conocimiento deja de ser abstracto y se transforma en experiencia”, señaló.

El investigador destacó que esta propuesta tiene un enorme potencial en el aula, porque permite que niñas, niños y jóvenes vivan la matemática en primera persona. “Cuando un estudiante lanza una pelota al aire y entiende que ese objeto tiene un recorrido que puede representarse con un número, el aprendizaje deja de ser memorístico. La experiencia del objeto en movimiento genera una riqueza que ayuda a comprender conceptos matemáticos de manera más clara y efectiva”, afirmó.

Para ilustrar, el académico utilizó un ejemplo concreto: “Un patrón o secuencia de malabares puede convertirse en una figura geométrica: un cuadrado, por ejemplo. Todos reconocemos que un cuadrado está formado por ángulos rectos, y lo mismo ocurre en el aire cuando se lanzan los objetos siguiendo ese patrón. Así, los estudiantes internalizan de forma vivencial nociones de geometría que, de otro modo, podrían resultar abstractas”.

También el profesor Oviedo valoró la oportunidad de compartir esta propuesta interdisciplinaria en la Universidad de Valparaíso: “Es muy significativo que existan espacios para dialogar entre áreas que rara vez se conectan. La matemática es un fenómeno amplio y abrir estas puertas permite no solo difundir conocimiento, sino también enriquecer la formación de los estudiantes con nuevas perspectivas y lenguajes”.

Asistentes

María Francisca, estudiante de cuarto año de Pedagogía en Matemática del IMUV, valoró la conferencia señalando: “Fue una experiencia súper buena, me hizo mucho sentido la idea de conectar la emoción con la matemática. Usualmente vemos que los estudiantes tienen una predisposición hacia esta asignatura, y eso se refleja en sus gestos y en cómo se relacionan con sus pares dentro de la sala. Si como docentes somos capaces de reconocer esas expresiones y darles un lugar dentro del aprendizaje, la enseñanza se enriquece enormemente. Creo que integrar la emoción en la matemática es algo que realmente nos hace volar la cabeza a quienes nos estamos formando como profesores”.

Por su parte, Matías, también estudiante de Pedagogía en Matemática, destacó el valor del cruce interdisciplinario: “Me parece muy interesante porque vincula la matemática con un área que normalmente vemos como ajena, que es la educación física. Nosotros solemos trabajar de forma interdisciplinaria con otras ciencias, pero no con disciplinas ligadas a la salud o al movimiento corporal. Este enfoque nos invita a pensar en democratizar el conocimiento y el aula, a recuperar esos vínculos que antes existían y que hoy debemos volver a potenciar en nuestra práctica docente”.

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