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Nuevos enfoques terapéuticos ofrecen abordaje de la salud mental con menos estigmas

Terapias de tercera generación optimizan eficacia y reducen efectos adversos, permitiendo mayor integración de las personas que sufren alguna enfermedad de salud mental.

La Federación Mundial de Salud Mental hace un llamado a garantizar el acceso a la atención para todas las personas, en un contexto global cada vez más inestable, donde las necesidades crecen a medida que se intensifican las crisis de salud mental.

Más de mil millones de personas en el mundo viven con trastornos de salud mental, según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Condiciones como la depresión, trastorno de déficit atencional, bipolaridad y esquizofrenia, entre otras patologías, constituyen una de las principales causas de pérdida de salud en el mundo, pasando del noveno al sexto lugar al año 2021, según el Instituto de Métricas y Evaluación para la Salud (IHME), aumentando los costos de atención para las personas afectadas y sus familias, al tiempo que generan pérdidas económicas significativas a escala global.

Frente a este escenario es que la Federación Mundial de Salud Mental (WTMH), hace una invitación cada 10 de octubre para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental -con la participación de más de 100 países- haciendo un llamado a garantizar el acceso a la atención para todas las personas, en un contexto global marcado por la incertidumbre y los conflictos, donde las necesidades crecen a medida que se intensifican las crisis de salud mental.

En América Latina y el Caribe, la carga de los trastornos mentales antes de la pandemia de COVID-19 ya era significativa y fue aumentando de manera continua con el tiempo. Al 2021 se registraba un promedio de 15 mil casos cada 100 mil habitantes, considerando 20 países de América Latina y el Caribe, siendo el acceso a la atención en salud es uno de los principales obstáculos para abordar esta problemática, ya que los servicios de salud mental son escasos en toda la región, e incluso cuando se logra un diagnóstico, el acceso al tratamiento no está garantizado.

En Chile, según la última edición del Termómetro de Salud Mental Achs-UC (2025), el 13,7% de los adultos en Chile presenta síntomas moderados o severos de depresión, con una prevalencia significativamente mayor en mujeres (17,4%) que en hombres (9,8%). En total, uno de cada seis chilenos mayores de 18 años presenta algún problema de salud mental, lo que equivale a cerca de 2 millones de personas. El sistema de salud público, a través del Programa GES, garantiza la atención y coberturas de algunas patologías de salud mental, como depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar y consumo problemático de alcohol/drogas.

Nuevos enfoques terapéuticos y nuevas oportunidades para los pacientes

Mientras la inversión en salud mental sigue siendo mínima en la región, la ciencia ha logrado avances notables que están transformando el tratamiento y la vida de los pacientes, permitiendo un mejor manejo de sus patologías y también una mayor inserción social, disminuyendo el estigma asociado a los trastornos mentales.

Es el caso de los antipsicóticos de tercera generación, que han demostrado mejoras significativas en calidad de vida, mayor tolerancia y mejor funcionalidad social en pacientes con esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión mayor. Estos tratamientos funcionan equilibrando la señal de dopamina, con un mecanismo “modulador” —ni bloqueo total ni estimulación excesiva— que permite controlar síntomas positivos y, en ciertos casos, también síntomas negativos y afectivos con buena tolerabilidad.

Adicionalmente, estas terapias generan un menor registro de eventos adversos percibidos por los pacientes, como menor sensación de sedación y reducción en el impacto metabólico, lo que mejora la adhesión y la calidad de vida, reduciendo de esta manera el estigma asociado a las terapias antipsicóticas, aumentando su inserción en los entornos laborales, educativos y familiares.

“Los antipsicóticos de tercera generación representan un avance significativo: ofrecen mejor perfil de tolerabilidad, menor impacto metabólico y un efecto procognitivo que permite a los pacientes mantener su funcionalidad social y laboral. Esto es un cambio de paradigma respecto del abordaje de la salud mental, ya que estos tratamientos permiten tratar al paciente sin “anularlo”, favorecen la desinstitucionalización y se alinean con los nuevos modelos de atención en salud mental que promueven la reinserción social.”, señala la Dra, Lorena Galeotti, Directora Médica de ADIUM Chile.

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