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Inflamación cerebral y adicción a la comida: investigación de la UV revela nueva ruta para tratar la obesidad

El médico veterinario José Luis Marcos Camus, nuevo doctor en Ciencias e Ingeniería para la Salud de la Universidad de Valparaíso, descubrió cómo la inflamación del cerebro puede influir en el apetito, la cognición y las conductas compulsivas hacia la comida. Su estudio propone abordar la obesidad —que afecta al 74 por ciento de la población chilena— desde una mirada interdisciplinaria que integre la medicina, la neurociencia y la nutrición.

Comprender la obesidad más allá del exceso de peso es el objetivo central de la investigación desarrollada por José Luis Marcos Camus, médico veterinario y nuevo doctor en Ciencias e Ingeniería para la Salud de la Universidad de Valparaíso. Su estudio, titulado “Estudio básico-clínico de la neuroinflamación en la vía hipocampo–septum lateral–hipotálamo lateral y su rol en la obesidad”, obtuvo distinción máxima (nota 6,86) y aporta nuevas evidencias sobre la relación entre la obesidad, la inflamación cerebral y el deterioro cognitivo.

La obesidad es una enfermedad multifactorial cuya prevalencia alcanza el 74 por ciento en Chile. El sedentarismo y el consumo de dietas hipercalóricas contribuyen a su desarrollo, alterando los mecanismos que regulan la ingesta de alimentos. Estos procesos están controlados tanto por el hipotálamo —que regula el hambre y la saciedad— como por el sistema de recompensa, que asocia la comida con el placer. Entre ambas áreas, el septum lateral cumple un rol modulador clave. En este contexto, la neuroinflamación inducida por la obesidad emerge como un proceso crónico caracterizado por el aumento de citocinas proinflamatorias y la activación del inflamasoma NLRP3, lo que se ha asociado con menor desempeño cognitivo y conductas alimentarias compulsivas.

En su trabajo, el doctor Marcos demuestra que las dietas altas en grasas y azúcares pueden generar inflamación en áreas específicas del cerebro, afectando funciones como la memoria, el aprendizaje y la atención. “La neuroinflamación influye negativamente en las funciones ejecutivas del cerebro y facilita la aparición de conductas compulsivas hacia alimentos altamente calóricos. Es un círculo vicioso: la inflamación cerebral afecta la cognición y al mismo tiempo refuerza el consumo compulsivo de comida”, explica.

Su investigación combinó modelos experimentales y estudios clínicos en humanos. En el estudio observó que una dieta obesogénica activa genes vinculados al inflamasoma NLRP3 —un complejo molecular clave en los procesos inflamatorios— y altera la estructura de regiones cerebrales involucradas en la regulación del apetito y las emociones. En humanos, en tanto, detectó que quienes presentan obesidad o sobrepeso tienen mayor probabilidad de desarrollar adicción a la comida y un menor desempeño cognitivo.

Uno de los aspectos más innovadores del estudio fue el uso de un fármaco ya existente: la minociclina, un antibiótico con propiedades antiinflamatorias. “Utilizamos una estrategia de reposicionamiento farmacológico. La minociclina se usa tradicionalmente para tratar el acné, pero también modula la inflamación cerebral. En nuestro modelo experimental, este fármaco logró reducir los marcadores de neuroinflamación, lo que abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas”, detalla el doctor Marcos.

El investigador advierte que no se trata de promover el uso de antibióticos como tratamiento de la obesidad, sino de probar un concepto. “La idea no es recetar antibióticos, sino demostrar que si somos capaces de modular la inflamación cerebral, podríamos mejorar indicadores metabólicos y cognitivos asociados a la obesidad”, precisa. Actualmente, junto a su equipo, continúa explorando compuestos naturales y extractos de plantas con efectos similares, pero sin los riesgos del uso prolongado de antibióticos.

Entre las conclusiones más relevantes de su tesis, el nuevo doctor plantea que la obesidad debe abordarse de forma multidisciplinaria, integrando la medicina, la psicología, la nutrición y la neurociencia. “Debemos dejar de ver la obesidad solo desde un punto de vista metabólico. Los aspectos neuroinflamatorios y cognitivos son trascendentales. Sin un enfoque interdisciplinario no vamos a avanzar”, afirma.

José Luis Marcos también advierte sobre la importancia de intervenir tempranamente. “Mientras antes se manifieste la obesidad, más difícil será revertir sus efectos. En los niños, la inflamación cerebral puede afectar el desarrollo cognitivo y perpetuar conductas alimentarias compulsivas”, agrega.

Su tesis fue desarrollada en el Laboratorio de Neurofarmacología y Neuroquímica, que dirige el doctor Ramón Sotomayor, y forma parte de la línea de investigación del Centro de Neurobiología y Fisiopatología Integrativa (CENFI) de la UV. Para él, cursar este doctorado —que integra conocimientos de ciencias, ingeniería y medicina— fue una experiencia significativa. “El programa tiene un enfoque interdisciplinario real, con un acompañamiento muy cercano. Uno se siente parte de una comunidad científica comprometida con generar soluciones concretas a problemas de salud”, destacó.

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