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Más allá del diagnóstico: TDAH desde la Terapia Ocupacional. Por Bárbara Troncoso, Académica Carrera de Terapia Ocupacional, Universidad de Las Américas, Sede Concepción

En Chile, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se ha transformado en un diagnóstico cada vez más frecuente tanto en el ámbito escolar como en el clínico, especialmente durante la infancia. Desde la perspectiva de la Terapia Ocupacional, este escenario merece y requiere una reflexión crítica que invite a considerar los diversos factores que influyen en su manifestación y en la forma en que, como sociedad, se aborda.

El aumento sostenido de diagnósticos plantea preguntas necesarias sobre las condiciones estructurales en las que se desarrollan niñas, niños y adolescentes. El ritmo acelerado de la vida cotidiana, las exigencias académicas estandarizadas y la escasez de espacios para el juego y la creatividad, son elementos que moldean la conducta y la atención. En muchos casos, aquello que se interpreta como un “déficit” puede reflejar una respuesta adaptativa frente a entornos poco sensibles a la diversidad de modos de aprendizaje y participación. Además, la desigualdad social y territorial condiciona el acceso a evaluaciones oportunas, apoyos terapéuticos y acompañamiento familiar, generando brechas significativas entre quienes pueden costear un tratamiento integral y quienes dependen de un sistema público sobrecargado.

Desde el ejercicio de la Terapia Ocupacional, se reconoce la necesidad de comprender al sujeto en su contexto, abordando no solo los aspectos clínicos, sino también las condiciones sociales, emocionales y culturales que influyen en su desempeño ocupacional cotidiano. Promover la autonomía progresiva, la independencia y la participación ocupacional de las infancias y juventudes constituye un desafío y una responsabilidad que interpela a los marcos estructurales que rigen nuestra sociedad, los cuales deben contemplar acciones concretas mediante políticas públicas y planes de mejora que fortalezcan lo ya existente.

El abordaje debe realizarse de manera integral, considerando los entornos educativos, comunitarios y familiares que configuran los cotidianos de los sujetos. En este sentido, resulta fundamental que, como sociedad, se adopte una mirada crítica que permita desplazar el enfoque del déficit hacia uno que reconozca y valore la diversidad y la inclusión.

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