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El futuro de la construcción se diseña desde la capacitación. Por Patricio Zapata, Gerente de Éxito de Clientes de Graphisoft en Latinoamérica

La industria de la construcción en Chile vive una etapa decisiva. La transformación digital dejó de ser un horizonte lejano para convertirse en una necesidad presente. En este nuevo escenario, la formación en Building Information Modeling (BIM) emerge como uno de los pilares más sólidos para avanzar hacia una construcción más eficiente, sustentable y colaborativa.

Durante años, el sector ha trabajado bajo dinámicas que, aunque efectivas, presentan márgenes de error, sobrecostos y retrabajos difíciles de sostener en un entorno cada vez más competitivo. BIM viene a cambiar esa lógica. Su implementación no solo introduce una nueva herramienta tecnológica, sino una manera distinta de pensar los proyectos: una visión integrada, donde cada actor –desde el diseño hasta la operación– comparte información en tiempo real y toma decisiones basadas en datos precisos.

Pero este cambio cultural no ocurre de manera automática. Requiere conocimiento, experiencia y, sobre todo, formación. Capacitarse en BIM significa adquirir competencias que permiten anticipar problemas antes de que aparezcan, optimizar recursos y elevar la calidad de los resultados. Es, en esencia, aprender a construir mejor.

Chile se ha trazado una meta ambiciosa: alcanzar un 70% de adopción BIM para 2028. Para cumplirla, necesitamos más profesionales preparados, más empresas comprometidas con la actualización de sus equipos y más instituciones que entiendan la formación continua como una inversión estratégica, no como un gasto.

Desde Graphisoft, hemos sido testigos del impacto que tiene la capacitación en la transformación de equipos técnicos y oficinas de arquitectura. Cuando el conocimiento se democratiza, la innovación florece. Y cuando la tecnología se combina con talento humano preparado, la productividad deja de ser un desafío y se convierte en una oportunidad.

La adopción de BIM no solo eleva los estándares técnicos del país, sino que fortalece la colaboración, impulsa la sostenibilidad y abre las puertas a una industria alineada con las mejores prácticas internacionales. Por eso, apostar por la formación en BIM no es sólo adaptarse al cambio: es liderarlo.

En definitiva, el futuro de la construcción en Chile dependerá de nuestra capacidad para aprender, compartir y aplicar el conocimiento. BIM es una metodología poderosa, pero su verdadero valor reside en las personas que la dominan tempranamente, en universidades e institutos, donde la experimentación y su aplicación en procesos de diseño –para resolver ejercicios académicos reales– no implican los riesgos ni los costos del mundo profesional.

Invertir tiempo y recursos en ello no solo es una necesidad para mejorar la calidad de lo construido, sino también para evitar sobrecostos en una industria reconocida por su baja eficiencia.

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