En Chile, la fibromialgia es una condición que afecta a aproximadamente el 3% de la población, representando un dolor invisible que se enfrenta diariamente. Esta patología, reconocida por la OMS en 1992, se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado, fatiga y trastornos del sueño.
El especialista de Clínica Los Carrera, Dr. Howard Delucchi, señaló que la fibromialgia es una enfermedad que “afecta principalmente a mujeres de mediana edad, es benigna, por ende, no causa daño, ni deformidad, pero que afecta de forma considerable la calidad de vida de quienes la padecen, y muchas veces es difícil de entender para el entorno familiar”. Esto es por el dolor crónico físico recurrente que experimentan, el cual es difícil de identificar y el estrés puede desencadenar o empeorar la condición.
Los síntomas más comunes de la fibromialgia incluyen cansancio extremo, trastornos del sueño y en algunos casos, depresión. Además, puede haber una sensibilidad exacerbada en la piel, así como a nivel visual y auditivo. “Esto provoca condiciones físicas como el dolor muscular generalizado y fatiga, sumado a otros síntomas como malestar gastrointestinal o alteraciones del sueño, cambios en el estado de ánimo, irritabilidad y ocasionalmente cefalea, fotosensibilidad y/o fonofobia”.
Para llegar a un diagnóstico preciso, es crucial descartar otras condiciones orgánicas que puedan presentar síntomas similares. Se recomienda realizar exámenes generales, los cuales deberían mostrar resultados normales o negativos cuando la enfermedad está presente.
El profesional de Clínica Los Carrera explica que “los exámenes de anticuerpos específicos se deben realizar para descartar otra patología reumatológica como causal del dolor, como artritis reumatoide o lupus”.
En cuanto al tratamiento, el Dr. Delucchi recomienda el uso de neuromoduladores, tales como pregabalina, duloxetina y gabapentina. “Es importante que las dosis sean indicadas y se realice seguimiento por un médico”. Asimismo, también sugiere complementar el tratamiento e incluir ejercicios aeróbicos de bajo impacto, técnicas de relajación, una buena higiene del sueño y alimentación saludable.
