El discurso de poseción de Trump incluyó contadas alusiones a temas de política exterior, pero el magnate sí ha resumido su doctrina diplomática en que quiere que Estados Unidos «recupere su lugar como el país más poderoso y respetado de la tierra», con medidas simbólicas como el cambio de nombre del golfo de México, que pasará a llamarse golfo de América.
También ha aludido de nuevo al canal de Panamá, para insistir en que su objetivo es «recuperarlo». Considera que las autoridades panameñas han incumplido las promesas y permitieron que sea China quien tenga el control ‘de facto’ de esta estratégica infraestructura.
En 1832, el Congreso de los Estados Unidos envió al Coronel Charles Biddle a Panamá a negociar una concesión para la construcción de una vía férrea. Tras la adquisición de Alta California en 1848, y el creciente movimiento de los colonos a la costa Oeste debido a la fiebre del oro en esa región. El 18 de enero de 1902, la Comisión del Canal Interoceánico favoreció la ruta por Panamá y el 28 de junio el Congreso de los Estados Unidos aprobó la construcción del canal.
En 1914 fue inaugurado, pero fue transferido a Panamá en 1999 tras el Tratado Torrijos-Carter de 1977. Desde entonces, la vía interoceánica es un símbolo de la soberanía panameña y un punto neurálgico para el comercio global.