Esto es posible gracias al uso tecnologías limpias como la cocción por extrusión, que permite revalorizar subproductos agroindustriales, transformándolos en ingredientes funcionales y contribuyendo al desarrollo de alimentos más sostenibles.
La revalorización de subproductos agroindustriales para la creación de alimentos con valor agregado se está consolidando como una estrategia clave para impulsar la economía circular y reducir el impacto ambiental asociado a la producción de alimentos.
En esta línea, el Centro Regional de Estudios en Alimentos Saludables (CREAS) trabaja hace dos años en el proyecto ANID Regional R23F0004 “Interesa”, que busca transformar materiales como bagazo de cerveza y orujo de uva en ingredientes funcionales y saludables mediante la aplicación de tecnologías de frontera.
“Lo que antes se consideraba un residuo hoy se puede transformar en una fuente de innovación”, señaló en la oportunidad la investigadora Francisca Rojas, quien forma parte del equipo del proyecto. “Y, en este caso, los subproductos agroindustriales representan una fuente valiosa de compuestos bioactivos con alto potencial nutracéutico”.
Una de las tecnologías utilizadas ha sido la cocción por extrusión, proceso ampliamente empleado en la industria alimentaria por su capacidad de modificar la estructura de las materias primas y favorecer la liberación de compuestos bioactivos de interés funcional. En el marco del proyecto, se desarrolló un alimento extruido a base de bagazo de uva (orujo), subproducto de la producción vitivinícola, mezclado con otras materias primas y sometido a pretratamientos que mejoran su composición.
“Esta tecnología ha mostrado ventajas tanto en la composición como en la bioaccesibilidad de compuestos bioactivos después del procesamiento, confirmando su potencial para valorizar subproductos agroindustriales”, afirmó Rojas.
El avance de estas líneas de trabajo refleja una transformación en la mirada sobre los descartes agroindustriales. “Más allá del aporte nutricional, esta nueva perspectiva representa un cambio cultural y tecnológico. La ciencia y la creatividad pueden convertir los descartes en oportunidades, impulsando una industria más sostenible, consciente y alineada con el cuidado del medio ambiente”, concluyó.