Aunque son menos conocidos que otros tipos de tumores, los cánceres oculares pueden comprometer gravemente la visión y, en casos severos, poner en riesgo la vida. Así lo señala Eduardo Labbé, oftalmólogo de Clínica Oftalmológica Pasteur y especialista en Oncología Ocular, quien destaca la importancia del diagnóstico precoz y la protección frente a la radiación ultravioleta (UV).
Labbé explica que estos cánceres pueden afectar tanto estructuras externas como internas del ojo. En personas adultas, uno de los más frecuentes es el melanoma de coroides, que suele aparecer alrededor de los 60 años. Sin embargo, también existen tumores en la infancia, como el retinoblastoma, que se presenta en menores de cinco años y requiere detección temprana para evitar daños irreversibles.
Si bien Chile carece de datos nacionales consolidados sobre incidencia, el especialista sostiene que la evidencia internacional muestra un aumento progresivo en tumores perioculares relacionados a exposición solar —como carcinomas basocelulares— y en cánceres de otras partes del cuerpo que pueden metastatizar al ojo, entre ellos el cáncer de mama y algunos linfomas.
El rol de la radiación ultravioleta
La radiación UV es uno de los principales factores de riesgo, especialmente en países con altos índices de exposición solar. Labbé subraya que en verano el riesgo crece debido a las mayores horas de radiación: “El daño es acumulativo en el tiempo; mientras antes se comience a proteger los ojos, menor será el efecto nocivo a lo largo de la vida”.
Este daño puede generar tumores en los párpados, lesiones pigmentadas o blanquecinas en la conjuntiva y patologías como cataratas. Además, aunque las estructuras internas del ojo están más protegidas, la radiación puede contribuir al desarrollo de degeneración macular, una enfermedad crónica que afecta la visión central.
Trabajadores agrícolas o de la construcción, deportistas al aire libre —especialmente en nieve— y soldadores figuran entre los grupos con mayor exposición y, por ende, mayor riesgo.
Signos de alerta
Los síntomas dependen del área afectada:
• En párpados: bultos o nódulos que persisten y alteran la piel.
• En conjuntiva: lesiones nuevas o que cambian en poco tiempo.
• Dentro del ojo: aparición de destellos de luz, manchas flotantes o cambios repentinos en la visión.
Labbé enfatiza que estos signos no siempre corresponden a cáncer, pero requieren evaluación por un oftalmólogo.
La prevención es clave
El especialista recalca la importancia del control oftalmológico periódico para detectar lesiones premalignas o patologías asociadas: “La consulta con alguien que solo prescribe lentes no es suficiente, porque se puede pasar por alto una enfermedad seria”, advierte.
Entre las medidas preventivas, Labbé recomienda:
• Lentes de sol con filtro UV400 certificado, adquiridos en ópticas.
• Sombreros de ala ancha para reducir la radiación directa.
• Evitar lentes sin certificación comprados por internet o comercio informal.
“El ojo es una estructura muy sensible y valiosa. Debemos cuidarlo todos los días del daño que puede provocar el ambiente, especialmente la radiación UV”, concluye el especialista.