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De mancomunión se trata esta vez. Por Raúl Caamaño Matamala, profesor Universidad Católica de Temuco

De mancomunión se trata esta vez. Por Raúl Caamaño Matamala, profesor Universidad Católica de Temuco

No solo yo, son muchas las voces que señalan cómo se ha instalado en nuestra sociedad en los últimos decenios un profundo individualismo, individualismo que, esta vez, ya cumplido más de un año de confinamientos más o menos, sea en la fase que sea, le toque más a unos que a otros, ha seguido mostrando infortunadamente su peor expresión.
El individualismo, el egocentrismo, sino el yoísmo puro y nato campean desde la línea de la concordia hasta el extremo austral. Exagero, pues sé, me consta que hay muestras de solidaridad, de fraternidad, que no necesariamente han de ser exhibidas públicamente, y que redundan en un colectivismo, en un sentido de comunidad sin ventajas, sin prebendas que instarían a abrigar mínimas esperanzas de cambio.
Del yoísmo a la nostridad. Un año o poco más ya me refería en otra columna a la existencia de la cultura del ego, a una acentuada cultura, que sino en todos, en unos está muy asentada, a veces por la impronta de sus propias actividades profesionales en las que impera la métrica, la medición de su actuar, de su rendimiento. La competencia es alimentada por rankings, por premios, por diplomas, por ascensos, por escalafones, sino en última instancia por mejoras salariales.
En otros, el individualismo es más acentuado, es nato, es el de personas que compiten desde hace mucho tiempo, no solo consigo mismos sino con el otro, con los otros, y lo hacen, lo han hecho prácticamente sin atender al prójimo; son los menos, pero que los hay, los hay, garay.
Esa es la problemática. No abundaré en más detalles, porque me parecen odiosos.
¿De qué se trata hoy? El tiempo que vivimos nos lo exige. Es tiempo de mancomunar esfuerzos, de concordar, de asociarse, de unirse. Es tiempo de mancomunión. Es tiempo de unirnos, de unir fuerzas, de hacer aportes. Es tiempo de solidaridad, de ayudar, de poner el hombro, de dar una mano, sino las dos. Es tiempo de mancomunión. Es tiempo de acatar, de hacer caso. Es tiempo de ser obedientes, de ser dóciles, de ser humildes, de leer bien las señas que se nos dan.
¿Lo tenemos claro, no es cierto? De esta no salimos solos. De mancomunión se trata esta vez.

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